martes, 5 de febrero de 2008

Soneto XXII



Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo,
sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, en regiones contrarias,
en un mediodía quemante: eras sólo el aroma de los cereales que amo.
Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angol,
a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que
toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria.
En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato.
Pero yo ya sabía cómo era. De pronto
mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida:
frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas.
Como hoguera en los bosques el fuego es tu reino.

Pablo Neruda, 1959